
Al escuchar la frase “Eres un manipulador”, las personas pueden sentir molestia, rabia, incomodidad, o quizá todas las anteriores emociones.
Cada quien lo puede entender como desee y le dará la connotación que crea. Sin embargo, la manipulación es una manera de estar en el mundo. Y de ella, mucho podemos aprender.
En primer lugar: ¿Qué significa manipular?. Desde la visión de la Psicoterapia Gestalt, significa utilizar los recursos del otro para satisfacer mis necesidades.
Veámoslo más a fondo. Yo soy un organismo con una cantidad de necesidades determinadas. Para satisfacerlas, necesito movilizar mis recursos y tomar del ambiente lo que requiero y de esta manera, poder cerrar este ciclo de la experiencia, para luego comenzar a ocuparme de un nuevo requerimiento.
Lo anterior seria la versión más “sana” de la satisfacción de las necesidades. Lo que sucede en el día a día, es que no siempre estamos conectados a lo que requerimos o no estamos al tanto de nuestros recursos. Podemos creer que “no podemos”, que es “mucho” para nosotros, y otras muchas cosas más. Estas creencias son las que pueden generar que surja mi parte manipuladora.
Si yo creo que no puedo lograr determinada tarea, entonces comienzo a buscar quien pueda hacerla por mí, porque de cualquier manera, mi organismo necesita satisfacer su necesidad, y pugnará de diferentes maneras hasta que pueda lograrla.
De una manera sutil o no, con conciencia o no, uso los recursos del otro (pues puedo creer que yo no los tengo), para lograr mi objetivo. Por ejemplo, si necesito tomar agua: en vez de pararme y buscar mi propio líquido, le pido a otro “Tú que eres tan bueno... tráeme un poco de agua”.
Es importante aclarar que no se trata de pedir un favor o ayuda. La diferencia está en que cuando pido ayuda puede ser que en ese momento no cuente con los recursos para lograr determinada tarea y tengo conciencia de mis necesidades y de mis límites. Mientras que cuando manipulo, tengo los recursos y no lo sé o creo que no los tengo, o no estoy en contacto con eso que requiero.
Al manipular suelo utilizar alguna careta o personaje: me convierto en la buena, la víctima, la inocente, la responsable, la necesitada. Y actúo desde ese lugar.
La gran pregunta es entonces: ¿Cómo dejar de manipular?
En primer lugar, haciendo contacto con tus necesidades reales. Sin luchar con ellas y sin tratar de minimizarlas o desaparecerlas.
Y en segundo lugar, haciendo un inventario de los recursos que tienes para satisfacer estas necesidades.
Movilizarnos y atrevernos a pasar por la experiencia de la frustración y también la de la recompensa es una buena forma de no manipular. Hacerte cargo de tu experiencia es una manera de hacerlo diferente.
Autor del texto:
Lic. Raiza Ramírez
Psicoterapeuta Gestáltica y Terapeuta en Constelaciones Familiares
Psicoterapeuta Gestáltica y Terapeuta en Constelaciones Familiares
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