Prejuicio es un juicio previo. Todos los seres humanos los tenemos y los usamos. La razón es simple, vivimos experiencias que “contaminan” o dictaminan cómo será en el futuro nuestra relación con ciertas situaciones o tipos de personas. Y si no las experimentamos, escuchamos de terceros cómo “son” las cosas y las creemos fielmente.
Por ejemplo, desde lo más básico. Si a una persona la mordió un perro y esto le generó dolor y problemas, es probable que luego tenga cierto recelo ante estos animales. Una experiencia puede condicionar un juicio.
Los prejuicios funcionan como grandes etiquetas: “Todos los hombres son mentirosos”, “Todas las mujeres sin interesadas”, “Las mujeres que usan escotes pronunciados son más fáciles que las que no lo hacen”, “Los hombres sólo quieren tener sexo con las mujeres”, entre otros. Estas frases quizá la has escuchado muchas veces, incluso pueden haber salido de tu boca alguna vez. ¿Son ciertas, falsas, son tuyas, son ajenas? ¿Para qué te sirven?
Lo sano de los prejuicios.
Es fundamental saber y asumir que existen, tanto en mi vida como en la del otro. Luego, es importante chequear nuestra idea preconcebida y mirar si realmente me pertenece a mí (por una experiencia previa) o es algo que cargo encima como parte de mi herencia social.
Un prejuicio nos puede servir, si lo sabemos utilizar, para cuidarnos, preservarnos y protegernos ante ciertas situaciones. Esto se hace, utilizando nuestra experiencia previa y aprovechándola para evitar eso que no es dañino y vivir lo que necesitamos.
Lo no sano de los prejuicios.
Algunas veces, estas etiquetas previas pueden alejarnos de las personas. Si de entrada nos acercamos al otro con nuestra maleta llena de prejuicios, lo más probable es que no logremos contactarnos genuinamente con el otro, pues en entre esa persona y yo, habrá una serie de etiquetas previas que no nos dejarán comunicarnos desde quien somos realmente.
Tómate un tiempo y revisa tu lista de prejuicios. Fíjate si te pertenecen a ti o son de alguien más. Y trata de vivir la experiencia de contactarte con el otro sin esta mochila de etiquetas. Notarás la diferencia.
Si quieres concertar una cita o te interesa tratar algún tema en particular, me puedes contactar a través del siguiente número de teléfono: 15-63649171 o a través del correo electrónico: raizaramirez@gmail.com
Lic. Raiza Ramírez
Terapeuta Gestáltica
Desde la ciudad de Buenos Aires (Argentina). Artículos, cuentos, ideas y más sobre Constelaciones Familiares, Gestalt y Crecimiento Personal.
miércoles, septiembre 26, 2007
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Mamá y Papá: el principio de todo.
¿Neurótico yo?

Fritz Perls, creador de la Terapia Gestáltica, escribió que todos los seres humanos somos neuróticos. Esta aseveración quizá puede resultar antipática para algunos, ¿cómo es posible esto? A continuación podrás leer algunas pistas que te ayudarán a saber si eres neurótico o no. (Haz clic sobre la foto para leer el texto completo)
¿Llueve o hace sol?

Si se pudiera hablar de un “ideal”, sería el siguiente: tener el paraguas a la mano, estar pendiente del tiempo y probar. A veces será el momento de abrirlo porque el cielo anuncia tormenta y otras veces de cerrarlo pues el sol está resplandeciente. (Haz clic sobre la foto para leer el texto completo)
La pareja y el morral

Una mujer, luego de pasar un tiempo sin pareja, conoce a dos hombres: A y B. El “A” parece tener todas las cualidades “buenas” que ellos “deben tener”: es soltero, tiene una buena posición económica, está disponible para ella, es cariñoso, de buena familia. El “B”, pareciera cargar una mochila más grande: tiene un hijo, una ex mujer y algunos problemas sin resolver. (Haz clic sobre la foto para leer el texto completo)
La empresa de un solo empleado
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