domingo, octubre 26, 2008

El desacuerdo interior


El desacuerdo interior: Si y no al mismo tiempo

¿Qué para cuando una parte de una persona quiere hacer algo y otra quiere hacer todo lo contrario? Cuando no logran ponerse de acuerdo, el ser humano puede llenarse de angustia o confusión, lo que puede generar malestar internamente e incluso problemas en sus relaciones interpersonales. Es un problema que tiene solución. La pelea interna puede tener final feliz.



El cuerpo humano funciona como una gran empresa. Hay diferentes gerencias y departamentos, cada uno tiene su propia misión, trabaja en lo suyo y a la vez, labora en pro y para el organismo entero.

Cuando la compañía funciona adecuadamente, las personas se encuentran sanas, lúcidas, felices, en contacto con la vida. Si, por el contrario, existe algún problema en una de las áreas, entonces comienzan los síntomas: enfermedades, estrés, cansancio, insomnio, por nombrar algunas.

Siguiendo con esta analogía, en una empresa, quienes comandan las diferentes unidades, necesitan ponerse de acuerdo para conseguir las metas de la compañía, sean éstas las que sean. De lo contrario, si uno de los gerentes se dirige el norte y otro al sur, no sólo no alcanzarán al objetivo propuesto, sino que en el camino, es probable que discutan, se distancien y se genere un mal clima laboral.

En el cuerpo

¿Cómo se traduce este ejemplo al individuo? El organismo humano, así como la empresa, desea alcanzar objetivos. Igualmente, posee sus recursos (o sus gerentes internos) para lograr estas metas. Mientras está alineado, todo fluye. Pero ¿Qué pasa cuando una parte de él o ella quiere ir al norte y otra parte quiere ir al sur? Es allí cuando se presentan los inconvenientes y el ser humano comienza a sentirse mal.

Esto es lo que se llama el desacuerdo interior. Es una discusión entre dos partes de la misma persona: una parte quiere irse de un trabajo y otra desea quedarse, por ejemplo.

No se considera un problema si una de las partes quiere llevar a cabo determinada actividad y otra, del mismo organismo, quiere hacer algo diferente. El inconveniente de esta situación se presenta cuando no se llega a un acuerdo entre las dos, y más aún, si no existe una meta en común entre las partes.

Sin balance

A todos los seres humanos les ha sucedido alguna vez. La voz del angelito que le dice en el oído izquierdo que se porte bien y el susurro del diablito que le dice en el oído derecho que se porte mal. Ambas partes creen tener la razón y pueden, en su intento, hacer creer que el otro está equivocado.

¿Qué es lo que acontece? ¿Quién tiene la razón?

Ambas partes tienen que aportar al ser humano. Los individuos están formados por polaridades: lo bueno y lo malo, lo blanco y lo negro, norte y sur. Todos somos todo. Lo que suele suceder es que una de las partes domina este binomio y deja a la otra en la sombra o a oscuras.

Que las partes puedan reconocerse mutualmente es parte del proceso de resolución de este desacuerdo. Negar un aspecto de mi persona, no me ayuda a mejorar. Todo lo contrario, hace que me divida internamente.

A todos nos pasa

En general, todas las personas experimentan el desacuerdo interior. Esto se explica en una frase sencilla: los cambios se producen diariamente en los seres humanos. Lo que ayer era vigente, hoy puede dejar de serlo.

Otro aspecto común tiene que ver con que hay características que un individuo puede rechazar de sí mismo. Y que, por lo tanto, desea cambiarlas. El desacuerdo interior tiene que ver con lo que soy y lo que deseo ser.

En este sentido, lo que se presenta es lo siguiente: un aspecto de la personalidad, una negación a esta característica y un mecanismo o una serie de acciones para transformar esta cualidad rechazada.

Lo que sucede generalmente es que la persona utiliza ciertos métodos para tratar de modificar este aspecto y los mismos no son del todo efectivos. Sin embargo, el individuo no intenta una forma nueva o diferente. Es allí, cuando se genera el círculo vicioso y se perpetua el desacuerdo interior.

Buscar el acuerdo

¿Cómo cambiar este esquema interno? ¿Qué hacer para que esto se modifique y transformar el desacuerdo de dos, en un equipo que marche hacia el logro de una meta?

Para alcanzar esta armonía es necesario que ambas partes se reconozcan y se escuchen. En este esquema, suele haber un aspecto que lleva la batuta de la relación y es la que desea cambiar a la otra.

Lo que se recomienda es darle voz a la cualidad que es rechazada. Por ejemplo, si la persona niega su “ser miedoso”, el trabajo terapéutico estaría enfocado en que esta parte que tiene miedo pueda hablar, expresarse, decir lo que necesita, el trato que requiere y buscar la manera de que pueda existir un acuerdo entre uno y otro.

Cuando las dos partes pueden reencontrarse, encontrar una meta común y trabajar en ella, se equilibra el sistema. Es como si dos de los gerentes de la empresa que es el ser humano, lograran, luego de varias reuniones, juntarse armoniosamente para alcanzar un bien común.

Ejercicio para todos
Hay una actividad que puede realizarse de manera individual y en privado. 

El primer paso es poder ubicar una característica que rechaces de tu persona y que haya persistido en el tiempo.

El segundo paso es localizar la cualidad opuesta a la primera. Por ejemplo, si rechazo la parte “miedosa”, la contraparte será la parte “valiente”. Es importante señalar los aspectos y sus opuestos son personales y varían según cada persona.

La tarea es escribir un cuento en el que ambos características sean las protagonistas. La historia debe tener un inicio, un conflicto y un final feliz. Es muy importante que el final sea armonioso entre ambas partes.

Luego de redactado, la persona puede leerlo y compartirlo si desea. Es una manera sencilla de que cada quien pueda armonizar sus desacuerdos interiores, buscando la integración y el encuentro entre ambos personajes.

Autor del texto:
Lic. Raiza Ramírez
Psicoterapeuta Gestáltica y Terapeuta en Constelaciones Familiares

jueves, octubre 23, 2008

¿¡Quiero pareja!?



Un llamado popular: quiero tener pareja. Una necesidad, unas ganas, una posibilidad, un deseo, un anhelo. ¿Todas las anteriores?
Ahora bien, vamos a detenernos un poco antes de la búsqueda de la media naranja.
La primera pregunta que te hago es: ¿Realmente quieres estar en pareja? ¿Desde dónde surge la frase o el deseo? ¿Desde tu ser o desde un mandato externo?
Aunque parezca “obvio”, a veces las personas nos podemos dejar llevar por lo que dice mi familia, mis amigos, la gente, mis compañeros de trabajo. ¿Qué pasa si éste es un momento en el que deseas estar a solas contigo? ¿Quién dice que el único estado posible de bienestar se encuentra en la pareja?
Si quieres estar en una relación porque así lo deseas, pasemos a la segunda fase de preguntas: ¿Cómo es la persona con la que deseas armar un vínculo? Si pudieras describirla por dentro y por fuera, ¿Cómo sería?
Luego, ¿Cómo te gustaría que fuera la relación? ¿De qué estilo? ¿Qué te gustaría compartir? ¿Cómo sería un día en la vida de ustedes como un par?
Y, en ese mismo orden de ideas, otras preguntas: ¿Qué necesitas recibir en una relación? ¿Cuáles son tus requerimientos como pareja?
A veces nos concentramos más en el otro o en lo que tengo para dar como pareja, que en lo que necesitamos recibir. Y ambos aspectos son importantes.
En una relación provechosa, del tipo que sea, somos dos. Y como tal, ambos tenemos necesidades, gustos, historias, límites, posibilidades.
El amor no sólo se construye desde el corazón y gracias a Cupido. El amor puede trabajarse: desde adentro hacia afuera, desde mí hacia la posibilidad de un nosotros, desde hoy y hasta cuando dure.
Si quieres concertar una cita o te interesa tratar algún tema en particular, me puedes contactar a través del siguiente número de teléfono: 15-63649171 o a través del correo electrónico: raizaramirez@gmail.com
Autor del texto:
Lic. Raiza Ramírez
Psicoterapeuta Gestáltica y Terapeuta en Constelaciones Familiares 


domingo, octubre 19, 2008

El callejón del dolor










El dolor, desde mi perspectiva, es una suerte de callejón amargo e incluso oscuro, por el cual nadie desea pasar y por el que hay que transitar algunas veces en la vida.
 ¿Quién desea desde su cabeza pasarlo mal? ¿Quién quiere que le vaya pésimo en su trabajo, negocio o en la pareja? Muy pocas personas podrán levantar la mano y decir: “Yo no quiero tener éxito en mi vida”.
 Y sin embargo, en diferentes ocasiones de la existencia y por diversas razones, estamos allí, en la puerta de este callejón, con el pecho comprimido, los ojos llenos de lágrimas y una presión en la garganta por el llanto que aún no sale, sin saber muy bien qué hacer.
 Hay personas que intentan evadir el paso por esta calle, pues creen que no tiene salida y que pueden desfallecer en el camino. Entonces, evitan el dolor. Trabajan mucho, tiene sexo sin discriminación, beben excesivamente, es decir, todo con tal de “no sentir”.
 Hay otros que no solo lo pasan, sino que pueden hacer su vida allí, en este lugar inhóspito; se instalan y viven su existencia desde el dolor, e incluso se acostumbran y creen que la vida de todos es así, como la de ellos.
 Aunque no hay una receta para vivir el dolor “adecuadamente”, pues cada quien lo experimenta como puede, sí parece haber un mecanismo que el organismo necesita para extraer esta sensación de malestar de su cuerpo y volver a su equilibrio.
 Poder quedarme en mi dolor, viviéndolo, sintiéndolo, atravesándolo, vaciándome, es una de las formas de que se agote. Una vez que se termina esta sensación, mi cuerpo entero estará listo para comenzar de nuevo. Es como vaciar una taza que está llena, para que pueda estar disponible para una nueva experiencia: un nuevo aroma, un nuevo líquido, una nueva historia.
 Si quieres concertar una cita o te interesa tratar algún tema en particular, me puedes contactar a través del siguiente número de teléfono: 15-63649171 o a través del correo electrónico: raizaramirez@gmail.com

Lic. Raiza Ramírez
Terapeuta Gestáltica


domingo, octubre 12, 2008

Lo bueno de las malas emociones


El miedo, la rabia, la culpa y la envidia son consideradas sensaciones negativas. Dicen que es malo sentirlas y que lo mejor es erradicarlas. Desde una mirada terapéutica, descubra el lado positivo y la enseñanza que tienen para los seres humanos.

Hay emociones que tienen mala publicidad. El miedo, la culpa, la envidia, por ejemplo. Pareciera que es un pecado sentirlas. Y el mandato social indica que si se experimentan, hay que disimular, bajarle el volumen y hacerlas desaparecer.

Lo contrario sucede con las emociones catalogadas como positivas. Está bien visto sentir alegría, tranquilidad o paz, por nombrar algunas.

El doctor y terapeuta argentina Norberto Levy, escribió en el libro “La sabiduría de las emociones”, que estas sensaciones consideradas como “negativas” son señales que le indican a la persona que hay un problema por resolver.

Levy plantea que las mismas se asemejan al tablero frontal del auto, que señalan al conductor a través de luces si hay un inconveniente. Por ejemplo, al encenderse la luz de la gasolina, significa que queda poca y la persona debe detenerse en una estación de servicio.

El especialista considera que si estos avisos son conocidos y tomados en cuenta, los mismos podrán ser aprovechados para crecer y cambiar y no sólo para experimentar el malestar que puede aparecer con ellos.

“Por más lejana y opaca que parezca, también es posible reconocer esa esencia amorosa aun en las emociones más conflictivas. Cuando se puede encontrar el amor allí donde parece que el amor no está, es cuando se devuelve a la emoción su sentido más profundo”, dice Norberto Levy.

A continuación podrás encontrar la sabiduría que se encierra en algunas de esas emociones que parecen ser malas.

Las emociones una a una

EL MIEDO







El miedo es una emoción universal. Todos la han sentido. Levy la define como la sensación de angustia que se produce ante la percepción de un desafío.

Una de las características de su aparición, tiene que ver con que pareciera que la amenaza es mayor que los recursos que posee la persona para afrontarla.

La secuencia de la emoción es la siguiente: El cuerpo registra una amenaza. Aparece el miedo. Como reacción, se produce una respuesta interior, que puede agravar o atenuar el temor.

El especialista señala que en las personas existe un aspecto temeroso o una parte de ellos que experimenta el miedo. Lo que sucede normalmente es que no se le presta atención, porque se intenta ocultar el temor a cualquier precio.

Escucharlo respetuosamente es una forma de asistirlo. Cuando la persona es capaz de mirar a este aspecto, tomar en cuenta el estado en el que se encuentra y oír lo que éste requiere para equilibrar la vinculación equilibrio-amenaza, transforma este aspecto en un aliado activo.

A tomar en cuenta:
No hay miedos injustificados. Para cada quien la experiencia es diferente, según sus recursos.
Tratar de ocultar el miedo es como intentar tapar la luz de tablero del auto que indica que no hay gasolina. No ayuda en nada.

EL ENOJO














Levy explica que las personas se enojan cuando se frustran. En esta situación, se produce una sobrecarga energética que, al quedarse en el cuerpo, hace que el individuo sienta rabia. El autor comenta que este exceso tiene la función de intentar culminar ese deseo no satisfecho.

El problema no es este exceso, sino que no se utiliza adecuadamente.

Norberto Levy comenta que existe un enojo destructivo. Éste se presenta cuando la persona cree que el obstáculo actúa en su contra a propósito y desea hacerle lo mismo que siente que le están haciendo.

Por ello señala que es importante reconocer no sólo cuando la persona se enoja, sino lo que hace cuando este le pasa. ¿Resuelve o destruye?

Formas de expresión

1) Descarga: es equivalente a abrir la válvula de la olla de presión. La represión puede agravar el problema. Cada quien necesita encontrar su manera de descargar, bien sea con la voz, con movimientos de los brazos o las piernas. Lo importante es hacer una diferencia entre descargar para eliminar la energía excedente en el cuerpo y la que se realiza para ocasionarle un daño al otro.
2) Hacerle saber al otro el impacto de su acción. Es importante poder manifestar cómo se siente la persona ante un acto del otro. Levy explica que en el acto de nombrar lo que se siente, se realiza un importante acto de descarga.
3) Reparar lo reparable. Es fundamental chequear qué se puede salvar de la situación y, por otra parte, tomar medidas preventivas para el futuro.

A tomar en cuenta:
La rabia no es un fin en sí mismo, es un medio para resolver un problema.
Si se intenta hacerle al otro lo mismo que hizo, lejos de resolver, el problema puede agravarse.

LA CULPA











Para Norberto Levy, en el sentimiento de culpa aparecen dos componentes psicológicos: un culpador y un culpado, es decir, uno que acusa y otro que se siente acusado. Para este médico lo importante de esta relación es descubrir cómo actúa este acusador.

El especialista hace la analogía de esta vinculación de la siguiente manera: cada país tiene sus leyes y en cada uno, existe una institución encargada de vigilar su cumplimiento y señalar cuando se da alguna trasgresión. En el organismo, esa institución es el culpador y la señal es el sentimiento de culpa.

Lo crucial de esta emoción está en observar si esa señal, que hace el acusador, ayuda a buscar soluciones o agrega sufrimiento.

Levy indica que esta ley varía según cada persona y su historia y que el mismo, puede ser actualizado en el tiempo. Entonces, el problema puede ocurrir cuando el culpador cree que este código es inalterable. En este caso, se produce la culpa disfuncional.

La relación entre quien culpa y el culpado puede ser considerada buena o mala. Será mala cuando las dos partes no logran llegar a un acuerdo sobre la ley que discuten, porque no la comparten. El culpador no encuentra una forma adecuada de informarle al culpado sobre la trasgresión y no se logra un cambio adecuado.

Por el contrario, será beneficiosa, cuando estas dos partes actúan como un equipo que comparte el contenido del código, cuando el culpador encuentra una manera adecuada de comunicarse con el otro.

A tomar en cuenta:
La culpa no es una tortura sin remedio.
Es importante que el culpado entienda la necesidad de un código de normas y lo importancia de que alguien le avise sobre las posibles trasgresiones que se den.

LA ENVIDIA











Es una de las emociones con peor publicidad. Es casi insultante decirle a alguien “¡Eres un envidioso!”.

Se entiende que la envidia es la reacción de dolor y enojo que intenta destruir lo que tiene el otro cuando se parece a algo que deseamos y no hemos logrado.

La envidia es destructiva cuando la persona trata de decir o hacer algo para que el envidiado, sienta algo parecido a lo que el envidioso está experimentando.

Indica Norberto Levy que el centro de esta emoción no es lo que el otro posee o la destrucción de “eso” que él o ella tiene. El verdadero tema está en lo que le pasa a la persona con esa meta que no ha alcanzado. En este caso, la eliminación del otro no es más que un medio para neutralizar la sensación negativa.

La envidia aumenta cuando además de lo señalado anteriormente, la persona con la emoción, cree que no tiene suficientes logros como para equilibrar aquellos que le producen desazón.

Una forma de resolver esta sensación es lo que Noberto Levy llama la doble reacción. Esto quiere decir dar cabida a las emociones que se dan en la persona, por ejemplo, decir que siente alegría por su logro y la vez tristeza, porque su alegría, recuerda lo que no se tiene en este momento.


A tomar en cuenta:
La envidia es una forma de necesidad impotente y desesperada.
No es un defecto de algunas personas, es una emoción universal.

Más info en:
www.autoasistencia.com.ar

La sabiduría de las emociones.
Autor: Norberto Levy

Texto escrito por: Raiza Ramirez

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